Al alba de una mañana cantada retomaste tu caminar. Verde y ocre los colores de tu sendero florecido.

Verde jara, jara verde que con su belleza y balanceo encandilaba a los mineros.

Hoy vuelves a tu cuenca minera, a tus montañas de fuego, donde con el resoplar del viento retumban los quejíos de tu sosiego.

A la memoria de mi abuela Ascensión.